12/11/11
Un Dulce "Nos Vemos"
10/7/11
Asamblea de Librepensadores en Lahti, Finlandia... Día 2
Nos encontramos ahora en pleno debate donde están intentando establecer las pautas de la votación, y algunas inquietudes de sus miembros. Es agradable observar la cantidad de remeras con impresos pro-Darwin presentes en la sala.
- Petri Karisma 35 Votos
- Eino Huotari 14 Votos (abandonó luego su candidatura para la votación siguiente para Presidente del Concejo)
- Kim Sjöström 3 Votos
9/7/11
Asamblea de Librepensadores en Lahti, Finlandia... Día 1
27/12/10
Feliz Año Nuevo!!
28/11/10
"Elogio del Psicoanálisis" en Guadalajara, México!
¡Esperamos verlos allí!
5/6/10
Nuevo Libro: Elogio del Psicoanálisis
"El ataque a la Teoría Freudiana tiene carácter
ideológico y está basado en intereses religiosos. Se
apoya principalmente en ciertas ideas de Popper,
Planck, algunos neurocientíficos, y los menos
conocidos fundadores de la Teoría Cuántica."
Marzo del 2010. Sale al mundo un nuevo libro.
En pleno Neoscurantismo se enciende una antorcha para iluminar nuestro camino. Es un camino profundo y oscuro, un camino hacia nosotros mismos y hacia nuestra libertad.
Quién pudiera oponerse a algo así, seguramente sería partícipe de las más oscuras facciones de la historia de la enfermedad mental humana. Aquellas que buscan obsesivamente la autodestrucción.
Sigmund Freud, un nombre reconocido. Un hombre bastardeado. Sus teorías y descubrimientos llegaron a plasmar aspectos de nuestra vida diaria y de nuestra sociedad que ignoramos. Sus ideas están en todas partes. En como dormimos, como vivimos, y como morimos. En pleno 2010 aquellas facciones reaccionarias y obsesivas trabajan más arduamente que nunca para alejarnos de nosotros mismos. Por obstaculizar el camino a descubrirnos para ser libres. Por mantenernos esclavos, por impedir que nos quitemos las anteojeras. "Gnosti te autvn", o "Conócete a ti Mismo" dijeron los griegos enigmáticamente, y lo pusieron en el dintel del templo del oráculo de Delfos. ¿Por qué habría de ser tan importante esto para los antiguos? Freud desentrañó el enigma. Supo comprender que el hombre sería por siempre esclavo de sí mismo (y de otros) mientras no supieraquién es ni por qué es.
Aquellos miopes obsesivos están librando un ataque contra las ideas de este gran pensador y científico con una fervorosidad que sólo podría calificarse de religiosa. Es casi como una pasión obsesiva por descalificarlo. Es 2010... Y quieren regresarnos a la Edad Media. Cabe preguntarse POR QUÉ.
Este libro lo explica. Desde la nefástiasis nihilista de Popper hasta los ataques "de moda" de Onfray. Este libro lo explica. Detalladamente, argumento por argumento, busca desenmarañar esta comedia trágica en la cual aquel que, con sus ideas intentó liberar a los esclavos, es luego perseguido por ellos mismos por miedo a ser libres, por amor a la mediocridad mental. Por amor a la religión de la esclavitud.
ELOGIO DEL PSICOANÁLISIS es un libro completo, fácil de leer y cautivante, con argumentos devastadores para aquél que tenga el tesón y conciencia de leer con una mente abierta, e intentar analizar sin prejuicio los enunciados y principios allí contenidos.
Sobre el autor:
José Manuel Fernández Santana nació en Las Palmas de Gran Canaria, España, el mismo día y año en que se firmó la Carta de las Naciones Unidas. Ha sido librero, abogado y docente en los tres niveles de la enseñanza. En 1979 fundó la Unión Humanista y Ética de Suecia. En 1986 fué designado jefe de la Sección de Idioma Español en los Cursos de Extensión Universitaria de la Universidad de Estocolmo. La Sociedad Argentina de Escritores (SADE) lo distinguió con la Faja de Honor en 1999. Figura, junto a otras personalidades, en la obra Miramar, Compendio Histórico (2004) de V. Brugueras.
Su obra publicada: Enfoque Determinista de la Pena de Muerte (parcialmente editada en idioma Sueco por Amnesty International, Suecia, 1977); Encyclopedia of Unbelief (en colaboración con, entre otros, Isaac Asimov, Estados Unidos, 1984); traducción anotada de la obra del autor indio Gora Un Comentario Sobre Ateísmo (España, 1985); El Individuo y el Uso del Idioma (Suecia, 1995); Recuerdos de Miramar (premio Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, 1999); Narraciones, Cuentos y Poesías (en colaboración, Argentina, 1999); ensayos breves: Nostradamus (2001); 4 Españoles (2004); New Encyclopedia of Unbelief (en colaboración con, entre ontros, Richard Dawkins, Estados Unidos, 2008); Yo en Tí - Poesías (en colaboración, Argentina, 2009); colaboraciones en publicaciones periodísticas argentinas, españolas, suecas, noruegas, finlandesas, estadounidenses y francesas (1964-2009).
Extracto del libro:
Todo trabajador cultural tiene una deuda enorme con Sigmund Freud. El autor de este ensayo pretende demostrar al menos su agradecimiento. El ataque a la Teoría Freudiana tiene carácter ideológico y está basado en intereses religiosos. Este libro pretende poner breve y claramente las más conocidas críticas tendenciosas y algunas de las respuestas que merecen.
Promoción Especial de Gaceta El Epicúreo:
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Para mayor información, escribir a AT_OS21@YAHOO.COM.AR
31/5/10
Abuso Sexual en la Iglesia - El cura sabio y el nene inocente
http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-143030-2010-04-01.html
Por Sergio Zabalza, Psicoanalista. Equipo de Trastornos Graves Infanto-Juveniles del Hospital Alvarez, Argentina.
Cada vez más testimonios indican que el abuso sexual de menores en ámbitos eclesiásticos es, desde hace mucho tiempo, una práctica, si no generalizada, tampoco aislada y mucho menos excepcional. ¿Por qué ahora, ya entrados en el siglo XXI, este crimen sale a luz con denuncias cuya solidez fuerza a encumbrados sacerdotes a una pública admisión de sus aberraciones? Aportamos una premisa y una hipótesis para explicar un lento y delicado desplazamiento de poder.
Premisa: el abuso sexual de menores en el ámbito religioso está en íntima relación con la negación o el rechazo de la sexualidad infantil. Es decir, cuanto más hipócrita inocencia se atribuye a los niños, mayor es el margen de que los chicos sean tomados como objetos de goce. No en vano, hasta no hace mucho, el ámbito jurídico –fiel aparcero del poder eclesiástico– se negaba a considerar la dignidad subjetiva de un niño. Hoy, que un chico se presente en una comisaría para denunciar abuso o maltrato es un hecho cuya actual vigencia y legalidad aún sorprende a muchos.
Hipótesis: el actual estado público que han tomado los abusos en el ámbito de la Iglesia es correlativo de la declinación de una concepción de la paternidad que hacía del respeto el eje troncal de su autoridad.
Una de las consecuencias más catastróficas para el sentido común de fines del siglo XIX fue la destitución del estatuto idealizado de la niñez, a punto tal que hasta el mismo Freud se confesó sorprendido por la audacia de las conjeturas vertidas en sus Tres ensayos de teoría sexual.
Lo cierto es que aquella idealizada visión de la niñez, previa a los descubrimientos freudianos, de ninguna manera se compadecía con la consideración que los niños solían recibir por parte de los adultos. Quien consulte la Historia de la infancia, de Lloyd de Mause (Alianza Editorial, 1975), se espantará por los abusos, la impiedad y los atropellos con que los menores eran objeto del peor destrato.
Al respecto, según Jacques Donzelot (“Gobernar a través de las familias”, en La policía de las familias, Pre-Textos, Valencia, 1990), las lettres de cachet que el rey confiaba para la crianza, la custodia y el cumplimiento de las normas constituían una herramienta privilegiada para imponer una ley déspota y absoluta sobre los jóvenes y las mujeres.
Quizás aquella pretendida inocencia no era más que el espejo narcisista donde el adulto reforzaba el egocéntrico dominio de su conciencia. No olvidemos que el eje neural, donde Freud lastimó, está en el dominio del verbo: como si el goce obtenido a expensas de aquella sufrida minoridad se hubiese encarnado en un soborno cuyos términos de intercambio rezaban: inocencia para el niño, a cambio de saber para el adulto.
¿Cuáles son los términos actuales del soborno? ¿A qué tienen derecho los actuales niños sujetos de derecho? “El niño generalizado” es el concepto que Lacan ensaya en su “Discurso de Clausura de las Jornadas sobre la psicosis en el niño” para caracterizar esta subjetividad en la cual nadie se hace cargo de su goce. Tenemos entonces la paradoja de que, en esta época donde los discursos sobre el niño han alcanzado su apogeo, nadie se hace cargo de su propia condición adulta; ergo, nadie se hace cargo de los niños. Esta situación aúna la irresponsabilidad y banalidad de muchos adultos con la desmesurada exigencia que los chicos suelen soportar. De esta forma, tenemos adultos que nunca dejan de ser niños y niños que parecen adultos.
¿A qué tienen derecho hoy los niños, sujetos de derecho? ¿Cuál es el soborno por el cual esta condición no se trasunta en el respeto, el abrigo y la consideración hacia los menores? Desde la semiología, Cristina Corea sostiene la emergencia de “una nueva subjetividad de niño, que podemos llamar niño actual, niño autónomo o niño sujeto de derechos”.
Corea observa: “El niño ya no es un ser débil, porque sabe, porque elige, porque no debe ser formado para el futuro sino que está bien pertrechado y capacitado para desempeñarse en la actualidad que habita. Lo que el niño es se verifica fundamentalmente en la experiencia del mercado”. Así, un niño “puede elegir productos, puede elegir servicios, puede operar aparatos tecnológicos, puede opinar, puede ser imagen...”. La autora no deja de destacar la engañifa que esconde esta notable inversión de roles: “¿Pero cuánto riesgo de abandono corremos en el respeto abusivo de la autonomía infantil? ¿Cuánto abandono en el elogio de su fortaleza y de su lucidez? ¿Cuánto abuso en la explotación de la autonomía y de la responsabilidad de los niños?”.
No hay menester de mucho cavilar para concluir que el soborno con que los adultos satisfacen su narcisismo, a expensas de los chicos, es el consumo. Las marcas ya no se donan, se compran.
Oscuro papel de La Iglesia en el genocidio de Ruanda de 1994
Reproducido aquí con permiso de http://www.ciberdroide.com/wordpress/oscuro-papel-de-la-iglesia-en-el-genocidio-de-ruanda-de-1994/
Dada la asombrosa la importancia de este tema del cual reconozco no sabía gran cosa hasta hace un par de días, parecería lo más prudente medir las palabras, y ampliar las fuentes consultadas. Muchas de las fuentes consultadas son decididamente hostiles a La Iglesia. Por eso me esforcé en buscar otras fuentes, me costó bastante localizar una fuente de reconocido prestigio, parece que se trata de un tema Tabú en todo occidente. Finalmente, localicé como fuente a la BBC, que es para mí es suficientemente fiable, y por ello me atrevo a decir, por desagradable que resulte, que…
Algunos hechos relativos a la responsabilidad de La Iglesia en el genocidio de Ruanda de 1994 están suficientemente acreditados, y son de extraordinaria gravedad. Pese a ello ni La Wikipedia ni casi nadie los menciona. La protección sistemática de La Iglesia en occidente me parece una barbaridad. Algunos creen solo en la parte que les interesa y olvidan aquello de … “La verdad os hará libres”.
La responsabilidad de La Iglesia en el genocidio es un Tabú:
No hay muchas fuentes que metan el dedo en esa herida del cristianismo. (Las menciono al final del artículo). Es difícil llegar a enterarse de este tipo de implicaciones de La Iglesia en este tipo de asuntos porque son un tremendo Tabú en occidente.
He decidido volver a ver la película “Hotel Ruanda”. Sé que no es un documental, pero está basada en hechos reales y a pesar de eso, no se menciona a La Iglesia salvo en una escena en la que unos sacerdotes aparecen ayudando a escapar a unos refugiados tutsis.
La Wikipedia tampoco menciona la responsabilidad de La Iglesia, pero eso para mí no es concluyente tratándose de un tema tan feo como este. De hecho, dada la importancia de estos hechos y con la cantidad de testimonios recogidos en la Wikipedia, como medio neutral debería haber incluido alguna referencia en este sentido. Sabemos que ofrecer una referencia a una opinión distinta o discordante, no supone afirmar ni desmentir nada. La Wikipedia no debería tomar partido, pero este es un capítulo muy vergonzoso para occidente, no solo por la responsabilidad que pueda tener la iglesia, sino porque todo occidente así como La ONU abandonó a su suerte a los tutsis que fueron masacrados a machetazo limpio en una auténtica orgía de odio y de sangre.
Lo dice la película. No solo eran negros, eran africanos y no importaron a occidente. Todo el mundo tiene derecho a conocer las diferentes versiones y por ello he dejado en las referencias a las fuentes, un documento, preparado por la curia general de los misioneros de África (Padres Blancos) que conciernen al también padre blanco Guy Theunis
Antecedentes:
En un principio el territorio ruandés estaba habitado por los pigmeos de origen twa, que se dedicaban especialmente a la caza. En el siglo XI, estos recibieron a los hutus, que se establecieron de forma sedentaria y convivieron con ellos en paz. En el siglo XIV llegaron granjeros tutsis. Aparentemente fueron los colonizadores belgas quienes crearon esta noción de dos razas diferentes de hutus y tutsis. Al parecer eligieron a los nativos más altos, con nariz fina, y piel más clara para que fueran una minoría privilegiada que les ayudaran a controlar al resto de la población.
A partir del siglo XVI, los hutus, han sido súbditos de una minoría tutsi. A pesar del dominio de la minoría tutsi, las diferencias socioeconómicas no estaban muy pronunciadas. Aunque el pertenecer a una u otra etnia definía el status social, un hutu, por ejemplo, podía ascender de clase si poseía las suficientes propiedades; sin embargo, ya había comenzado una relación de vasallaje dominada por la etnia menos significativa en la zona, los tutsis, con un solo 14% de la población.
En el año 1989 el precio mundial del café se redujo en un 50% lo que hizo que Ruanda perdiera el 40% de sus ingresos por exportación. El país se enfrentó a la peor crisis alimentaria de los últimos 50 años al mismo tiempo que aumentaba el gasto militar en detrimento de los servicios públicos.
La responsabilidad de La Iglesia en la matanza:
1) Guy Theunis, un cura católico belga de 60 años, perteneciente a la orden católica romana Padres Blancos muy implantada en Ruanda, fue detenido el 6 de setiembre de 2005 por las autoridades ruandesas por su participación en el genocidio de 1994 como inspirador y responsable principal y directo. El secretario general del Ministerio de Justicia ruandés dijo que este caso debía ser juzgado por los tribunales ordinarios, ya que los tribunales populares solo juzgaban a los ejecutores, y por tanto carecían de competencias para juzgarle. Eso parece indicar que el cura católico fue uno de los máximos dirigentes del genocidio. Por lo tanto, el sacerdote fue catalogado como número 1 entre los dirigentes del genocidio. La providencial extradición fue solicitada por Bélgica que se comprometió a hacerse cargo de toda la investigación. Pese a la relación de Ruanda con Bélica como excolonia la extradición en un caso tan grave resulta difícil de comprender.
El padre Guy Theunis está acusado de 10 cargos de genocidio. Era responsable de la revista “Diálogo” en la cual se publicaron artículos incitando a cometer matanzas contra los Tutsis. El cura dijo que seguía órdenes de sus superiores cuando firmó los documentos y que las decisiones eran tomadas por el jefe de la congregación, el también belga Jef Vleugles. El fiscal Emmanuel Rukangira dijo que Theunis incitó al genocidio al publicar en su revista Dialogo artículos que originalmente fueron publicados en la revista extremista Kangura. El ex editor de la misma, Hassan Ngeze, ya fue sentenciado a cadena perpetua por la corte de Naciones Unidas por el genocidio ruandés.
2) Dos monjas católicas ruandesas, Consolata Mukangango (Sor Gertrudis) y Julienne Mukabutera (Sor María Kisito), de la orden de las benedictinas, cooperaron directamente con los exterminadores de las milicias hutus. Una de las monjas llamó a los asesinos hutus y los llevó hacia el monasterio. Estos, fueron sacados a la fuerza a la puerta de la iglesia y asesinados ante sus ojos. Los testigos la vieron presenciar la masacre a sangre fría sin conmoverse. Ambas fueron juzgadas y condenadas en Bélgica por estos hechos el año 2001. A sor Gertrudis también la condenaron por comprar el combustible usado por los genocidas para quemar vivas entre 500 y 700 personas que se escondieron en un garaje. (Unas hermanitas de la caridad)
3) En febrero de 2003, el TPIR condenó a 10 años de prisión por genocidio al pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día Elizaphan Ntakirutimana, y otros cuatro religiosos están detenidos por el Tribunal Internacional y a la espera de juicio, entre ellos, dos párrocos católicos, Hormisdas Nsengimana y Emmanuel Rukundo. Un tercero es el obispo anglicano Samuel Musabyimana, que murió por enfermedad en 2003 en el Centro de Detención de Arusha.
4) Miembros de la jerarquía católica en Ruanda tenían estrechos vínculos con los políticos ultras y apoyaron a las milicias hutus en la matanza de 1994. Muchas de las matanzas en Ruanda, que es el país con más cristianos de África y donde un 60 por ciento de la población abrazaba el catolicismo, se produjeron en las iglesias católicas, donde la gente buscó refugio.
5) Según testigos oculares, algunos sacerdotes católicos denunciaron los escondites de los tutsis y se los entregaron a los machetes de las milicias hutus.
6) Según la organización African Rights, hay una evidencia abrumadora de que líderes de las iglesias anglicana, metodista, presbiteriana y católica, estuvieron implicados en el genocidio. En el informe esta organización humanitaria afirma que no sólo muchos cristianos cometieron atrocidades sino que muchas masacres tuvieron lugar en las parroquias.
7) En los 11 años posteriores al genocidio algunos ruandeses optaron por convertirse al Islam, tras afirmar que fueron traicionados por la iglesia.
Todo fue perfectamente planeado:
Según Linda Melvern, una reportera británica que tuvo acceso a documentos oficiales, el genocidio estuvo bien planeado. En el momento del inicio de la matanza la milicia ruandesa estaba compuesta por 30.000 hombres (un miembro por cada diez familias) y organizados a lo largo del país con representantes en cada vecindario. Algunos miembros de la milicia podían adquirir rifles de asalto Ak-47 con sólo rellenar un formulario. Otras armas, como granadas no requirieron ningún papeleo y se distribuyeron masivamente.
El genocidio fue financiado, por lo menos en parte, con el dinero sacado de programas de ayuda internacionales, tales como la financiación proporcionada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional bajo un Programa de Ajuste Estructural. Se estima que se gastaron 134 millones de dólares en la preparación del genocidio — ya de por sí una de las naciones más pobres de la Tierra — con unos 4,6 millones de dólares gastados sólo en machetes, azadas, hachas, cuchillos y martillos. Se estima que tal gasto permitió que uno de cada tres varones hutus tuviera un machete nuevo.
En 1994 las milicias hutus, llamadas Interahamwe (que significa “golpeemos juntos”), fueron entrenadas y equipadas por el ejército ruandés entre arengas y ánimos a la confrontación con los tutsis por parte de la Radio Televisión Libre de las Mil Colinas (RTLM) dirigida por las facciones hutus más extremas.
El 9 de abril los radicales hutus, por lo tanto, habían tomado el poder gubernamental y además, contaban con milicias organizadas: jóvenes del partido MRND, los Interahamwe, que se ocupaban de la población civil y que destacaron en las primeras matanzas masivas. Ese mismo día Bélgica y Francia, sacan del país a todos sus nacionales, sin preocuparse de los ruandeses, ni siquiera de los que trabajaban en sus empresas. El día 11 de abril, un comunicado de la Cruz Roja Internacional estima que decenas de miles de ruandeses fueron asesinados en tan solo unos días. Mientras tanto, la misión de pacificación de Naciones Unidas UNAMIR, no hacía nada.
La emisora de radio católica “Mil Colinas” incitaba día y noche a quemar las casas con las personas dentro. Por eso se refugiaron en las misiones de todo el país. Unas ochocientas mil (800.000) personas fueron asesinadas en las iglesias y lugares sagrados a golpe de machete. También asesinaron a muchos hutus moderados, más o menos fue asesinada el 11% del total de la población y el 80% de los tutsis ruandeses.
Más de 800.000 personas fueron asesinadas y casi cada una de las mujeres que sobrevivieron al genocidio fueron violadas. Muchos de los 5.000 niños nacidos fruto de esas violaciones fueron asesinados. En estas matanzas los niños también eran un objetivo porque se intentó aniquilar a la siguiente generación de tutsis.
¿Podemos sacar alguna lección de todo esto?
A los asuntos feos, se suele contestar desde La Iglesia que en todos los grupos humanos, incluida en La Iglesia, hay gente mala, o que el Papa ya pidió perdón por ello, etc. pero … ¿Es eso suficiente?
Lo que más me ha impresionado, es que las actividades de siembra de odio del padre Belga católico Guy Theunis, se hicieron por escrito en un medio público. En una revista “Diálogo” de la que él era el editor. ¿Pueden sus inmediatos superiores jerárquicos en La Iglesia y la misma santa sede alegar ignorancia? Eso sería una falta de interés asombrosa ¿no?
No solo los medios de comunicación se arrugan ante el poder de La Iglesia, también se arruga la justicia. Entre las referencias aportadas al final del artículo, he puesto una justo al final que comenta un auto de la Audiencia Nacional Española. Todo el mundo cree que su fe es excusa para obrar anteponiendo sus creencias a cualquier otra cosa y los jueces no son una excepción.
Lo que yo opino es que el fanatismo religioso no es cosa del pasado ni cosa de otras religiones, sino de siempre y de la mayoría de las religiones y muy en especial de las más poderosas. El cristianismo (especialmente el católico) en las altas jerarquías de La Iglesia es puro fanatismo.
Fuentes consultadas:
- Genocidio y tribunal penal de Ruanda
- La responsabilidad de la Iglesia católica en el genocidio de …
- Genocidio de Ruanda – Wikipedia, la enciclopedia libre
- Bélica se hace cargo del presunto genocida Guy Theunis.
- Charla con el padre Guy Theunis tras su liberación
- Ruanda juzga a sacerdote belga (BBC)
- Cura católico acusado del genocidio ruandés Indymedia Euskadi …
- Un cura belga, primer europeo acusado del genocidio de Ruanda (elmundo.es)
- Documento preparado por la curia general de los misioneros de África (Padres Blanco) que conciernen al tambien padre blanco Guy Theunis.
- La Iglesia católica, responsable del genocidio de Ruanda (Un auto sorprendente de la Audiencia Nacional española)
PD 26 de noviembre de 2009:
La tibieza con La Iglesia ha hecho que el mal vuelva a regrotar. La Iglesia insiste en sus comportamientos.
Curas católicos desvían fondos para la guerrilla
El informe del Grupo de Expertos de la ONU acusa a sacerdotes de entregar al FDLR dinero destinado a los refugiados en el Congo.
PD 26 de noviembre de 2009:
Me permito citar un framento publicado hace ya algunos días por la sabia pluma de honbre del piruli, y que dide lo siguiente:
La segunda de las virtudes (se refiere a Juan Pablo II) debió de ser la de proteger a los sacerdotes que participaron en las matanzas de hutus y tutsis en Ruanda. Eran criminales, sí, pero investidos del poder de Dios porque para eso son curas. Es el caso de Emmanuel Uwayezu, un curita de etnia hutu que en 1994 era director de una escuela y se le acusa de encerrar en el edificio a ochenta alumnos de etnia tutsi, con edades comprendidas entre los 12 y los 20 años. La escuela ardió con los niños dentro. Lo que no sabemos es quién encendió la cerilla. El Vaticano lo protegió y lo ocultó en un parroquia de Florencia hasta que lo descubrieron y Ruanda pidió la extradición. (Dicen las crónicas que a raíz del comportamiento de los curas católicos en Ruanda la mayoría de la población se está haciendo musulmana)
Es la parte relativa al genocidio de Ruanda pero el artículo no tiene desperdicio. Vease El milagro de Nemat Safavi.
--- Reproducido de fuente original
El fin del cristianismo no es algo malo
Informe especial – La religión en el Reino Unido
El Observador – Londres
El Cardenal Murphy O´Connor, arzobispo de Westminster, admitió la semana pasada que el cristianismo está “desaparecido” del Gobierno y de la vida de las personas en Gran Bretaña. El arzobispo de Canterbury dice que está de acuerdo con su homólogo católico romano. Felicitamos a ambos hombres por su franqueza. Y así como respetamos totalmente al cristianismo que muchos británicos aun hoy practican, le damos la bienvenida al cambio dramático que tardíamente los clérigos están reconociendo.
Durante muchísimo tiempo, se supuso que la religión era una precondición de moralidad. Muy a menudo, las elites han lamentado la disminución de la fe religiosa sin ser capaces ellos mismos de gozar de una gran convicción. Las crédulas “clases bajas” pensaron como de vital importancia, que creer en el cielo y en el infierno tendría un alcance moral.
Es apenas sorprendente que la gente joven esté cada vez menos interesada en la religión organizada, la cual toma posiciones con frecuencia intransigentes respecto de problemas como los derechos de la mujer, la contracepción y la homosexualidad. Enseñados a desafiar la deferencia hacia el dogma, aquella gente simplemente no está preparada para esperar los pares de siglos que algunos obispos admiten en forma privada que tomará ejecutar un cambio en el cristianismo.
Pero si las nuevas generaciones están abandonando las iglesias, eso no significa que estén abandonando la espiritualidad. Existe, según sabemos, una abundancia de creencias espirituales compartidas hoy por los británicos.
Todas las sociedades, desde la más primitiva, han tenido reglas que las han unido, reglas, por ejemplo, de propiedad y de asociación. La totalidad no puede funcionar sin una reciprocidad de obligaciones. El cristianismo alguna vez desempeñó ese rol, también, pero no por mucho tiempo. La línea divisoria reconocida por los arzobispos es una oportunidad para considerar cual es el tipo de moralidad apropiada para la Gran Bretaña en el siglo veintiuno.
Un niño que llega al mundo sin una religión puede ser, sin lugar a dudas, un ser humano moral. Y en una sociedad multicultural, necesitamos desarrollar una moralidad secular (de igualdad, honestidad e imparcialidad) que pueda unificar más que dividir (según lo han hecho las religiones tan frecuentemente en el pasado y actualmente, como lo han demostrado los repugnantes eventos de la semana pasada afuera de una escuela del norte de Irlanda). Pero defender esta moralidad secular requiere confianza y valentía. Significará que la fe habrá de convertirse en un asunto absolutamente privado, que no esté sujeto ni a la interferencia estatal ni a patrocinios.
Es lamentable que, justo cuando la sociedad reconoce esto, los políticos se muestran más entusiasmados que nunca por rendir pleitesía a algunos grupos religiosos. Es ridículo que los Ministros deban considerar más, no menos, a las escuelas religiosas. Es similarmente ridículo que deban contemplar la introducción de más, no menos, clérigos en nuestra legislatura. No es la primera vez que la política se encuentra tan lejos a la realidad pública.
http://www.observer.co.uk/leaders/story/0,6903,548916,00.html
--- Reproducido de fuente original
La censura de libros en los siglos XV y XVI
Dr. Luis Veres
Universidad CEU Cardenal Herrera
Valencia-España
No hay nada que indigne más a un escritor que la amenaza de la censura. José María Blanco White advertía a principios del S.XIX que quien deseara formar una buena biblioteca debería escoger exclusivamente sus libros en el Índice de libros prohibidos. Y ello es cierto si se tiene en cuenta que buena parte de la literatura española estuvo censurada, expurgada, abreviada y cortada por las acciones de la censura. Por tanto un buen conocimiento de la historia literaria exige un conocimiento de aquellas obras que no pudieron circular en su momento o cuya presencia se retrasó a causa de las contravenencias propiciadas en las instancias censoras.
La Inquisición española había tenido diversas intervenciones a finales del S.XV en lo que a cultura se refiere. Con ello se conseguía continuar unas pautas ya establecidas por las instituciones eclesiásticas. De este modo, la persecución de cualquier tipo de doctrina reprobable debía ir acompañada de la destrucción de todos aquellos elementos que de alguna manera la recordasen o facilitaran su revitalización. En definitiva, la censura de libros no es sino una aplicación de este principio.
En 1520 ya se había producido la explosión con todas sus consecuencias de la rebelión protestante. La Iglesia católica se encontró ante una doctrina que cuestionaba el proceso de institucionalización iniciado en el S.XIII que parecía que podía amenazar su propia existencia. La reacción de la Iglesia debía ser necesariamente rotunda al respecto. Pero para ello iba a transcurrir casi medio siglo con un debate sobre los medios para afrontar dicho conflicto. La condena y prohibición de libros fue uno de los medios de combate contra los rebeldes. De ahí que, aunque la censura no sea nueva en la historia eclesial, nos encontramos en un momento en que toma unas dimensiones muy importantes para lo que es el desarrollo de la cultura. Por esa razón muchos historiadores señalan que nos encontramos ante una nueva censura que se inicia en 1521, año de la primera prohibición de las obras de Lucero en España. A partir de ese año se consolida la práctica de prohibir las obras de algunos autores mediante edictos inquisitoriales, aunque todavía se estuviese lejos de la configuración del aparato censor que se edificaría a lo largo del S.XVI.
Con la publicación del catálogo de libros prohibidos del inquisidor general Valdés en 1559 se produce un endurecimientos en las instancias eclesiales e inquisitoriales frente a las doctrinas protestantes o frente a aquellas ideologías ambiguas que podrían dar pie a posturas semejantes a las de los disidentes. Entramos, pues, en un periodo en el que la estrategia contra el protestantismo tendrá sus repercusiones en el campo de la censura y se plasmará en una nueva práctica censorial nítidamente diferenciada del periodo anterior.
Los instrumentos de la prohibición de libros durante este periodo fueron los edictos prohibitorios y los índices de libros prohibidos. El Consejo de la Inquisición comunicaba las prohibiciones mediante Cartas Acordadas. Los tribunales debían difundir estas prohibiciones mediante la publicación de edictos que se colocaban en las puertas de las iglesias. Aunque no está localizados los edictos del S.XVI, sí que lo están gran parte de estas cartas que dan lugar a los edictos prohibitorios. Ello permite saber la fecha exacta de la prohibición de un buen número de libros y una idea más exacta del desenvolvimiento de la actividad censoria.
2-Los índices inquisitoriales y la literatura.
Junto al escritor procesado, la opinión popular identifica la acción inquisitorial sobre la literatura con el índice de libros prohibidos y expurgados. El índice es uno de los más poderosos instrumentos de fiscalización que poseen los inquisidores y, también, su más valioso documento. Lo mismo que ocurría en el S. XVII es válido para el S.XVI o en palabras de Sierra Corella: “Los catálogos españoles de 1612, 1632, 1640 y 1667 tienen un valor histórico, religioso, político, literario y bibliográfico que excede toda ponderación mereciendo muy buen estudio y capítulo aparte.” [1]
En primer lugar hay que diferenciar entre índices prohibitorios e índices expurgatorios. Algunos historiadores, como Cotarello, denominan expurgatorios a unos y otros. Joseph Mendham, en su Historia de los Índices de la Iglesia Romana, distingue entre índices prohibitorios que, específicamente, prohíbe a un autor o a una obra enteramente, y el expurgatorio, el cual puede aparecer o no unido al prohibitorio y en el que se contiene un examen de las obras prohibidas especificando los pasajes condenados que deben suprimirse o modificarse.
Algunos autores, como Boyd, biógrafo del inquisidor Quiroga, mantiene que el índice expurgatorio de 1584 fue el primero en España y considera que dicha medida fue algo liberalizadora. Esta valoración, que puede parecer sorprendente, sí que responde a la realidad. Muchos documentos ponen de relieve que la medida iba encaminada a salvar ciertas obras literarias importantes que cuya circulación había sido interrumpida a causa de que presentaban algún que otro pasaje objetable. Por otra parte, la alternativa al expurgatorio no era otra que la hoguera, aunque ésta no fuese el deseo de sus creadores. Desde la Pragmática de los Reyes Católicos del 8 de junio de 1502, incluso antes también de hecho, los libros prohibidos eran “quemados públicamente en la plaza de la ciudad o villa o en el mismo lugar donde vendiese o los ovieredes vendido”. [2]
A partir del Index librorum expurgatorum, de Quiroga (1584), los libros suelen especificar en sus títulos si eran prohibitorios o expurgatorios. Los índices españoles llevan en portada ambos títulos junto al nombre del inquisidor que lo mandó confeccionar y por el que son conocidos. Será a partir de 1612 cuando, con el índice de Sandoval de ese año, los autores y obras se clasifiquen en clases -primera, segunda y tercera clase- siguiendo el orden alfabético establecido desde la época de Valdés, en 1559, añadiendo al final de cada clase y letra los títulos en portugués, italiano, francés y alemán. Obviamente, la clase responde a la gravedad del delito: las dos primeras están reservadas a los herejes y heresiarcas o cabezas de herejía, es decir, a los fundadores de nuevas sectas; y la tercera a obras anónimas. Primero aparecen los escritos en latín, luego los escritos en castellano y, posteriormente, los escritos en lenguas extranjeras.
Los índices inquisitoriales españoles tienen su pequeña andadura histórica. El primero es de 1551, el cual reproduce el de Lovaina de 1550 pero con la añadidura de un listado de obras españolas. Según Marcel Bataillon y Revah, hubo un índice impreso en 1547 del cual no se ha conservado ejemplar alguno.
Según estos hechos, el índice español sobre obras castellanas había comenzado con la prohibición de obras individuales de las cuales la primera había sido el Diálogo de la doctrina cristiana de Juan de Valdés (1529), seguido del Diálogo de Mercurio y Carón, de su hermano Alfonso, que se prohíbe en 1531. extrañamente esta obra no figura en el índice de Valdés de 1551. En verdad, el índice de Valdes de 1559 marca, según Antonio Márquez, un cambio radical respecto a los Índices anteriores, pues por primera vez entran en él obras propiamente literarias y, al mismo tiempo, como señala Revah, hasta entonces la espiritualidad erasmista difícilmente era obstaculizada por prohibiciones leves de inclusión en un índice.
En cuanto a la novela, además de Gamaliel, novela que curiosamente se va a mantener en el índice hasta el S. XIX, se añade Caballería Celestial, Lazarillo de Tormes -primera y segunda parte- las novelas de Boccacio. La poesía está representada por el Cancionero General, aunque se limite a las obras de burla en lo referente a la devoción. También Jorge de Montemayor y Garci Sánchez de Badajoz. Aparte de toda clase de ensayos religiosos, se prohibe con especial hincapié el Dialogo de Mercurio y Carón “en cualquier lengua”, pero no se menciona al autor. El silencio del nombre del autor es importante en el estudio de la literatura, ya que tanto Alfonso como Juan de Valdés son condenados por sus nombres en el Índice de Milán de 1554. En el Índice romano de Paulo IV, de 1559, se condenan todas las obras de Juan de Valdés. Es imposible que los inquisidores desconociesen estos hechos, aunque no tuviesen otra información que la del público. No obstante surge una incógnita: ¿Por qué los inquisidores silenciaban a sus autores y, sin embargo, censuraban las obras? Una primera hipótesis apunta a que todavía no estaba suficientemente asentada la noción de autor a principios del S.XVI. Otra razón es que la publicación de los nombres de los autores podía servir de mecanismo de publicidad de los considerados herejes. Finalmente, dicha omisión se podía deber a razones de tipo práctico: sencillamente los libros con su título eran suficientemente significativos como para obviar los detalles del nombre de su autor.
Tanto el índice de 1551 como el de 1559 son obras del mismo autor que responden a una misma finalidad: la proscripción de la literatura erasmista y la literatura a lo divino, de la mística y la picaresca. También contribuyen a la persecución de moros y judíos, así como de la Vulgata y las críticas religiosas. En la configuración de este Índice hay que tener en cuenta la imposibilidad de publicar libro alguno sin la firma de Pedro de Tapia, Secretario del Santo Oficio. Por ello, como señala Márquez, los índices son los puntos álgidos de un largo proceso de censura. En total, la Inquisición publicó once Índices en España más algunos apéndices: Valdés (1551 y 1559), Quiroga (1583 y 1584), Sandoval (1612), Zapata (1632), Sotomayor (1640), Valladares-Marín (1707), Pérez de Prado (1747) y Rubín de Ceballos (1790).
En el Índice de Valdés, en el Catálogo de los libros en Romance, se prohíben las siguientes obras: Orphea, comedia anónima y sin identificar; Amadis, de Gil Vicente; Audi filia, del maestro Ávila (ensayo); Caballería Celestial o Pie de la Rosa fragante (novela anónima); Jacinta, comedia de Torres Naharro; Aquilana, de Torres Naharro; Thesorina, comedia de Iayme de Huete; Tidea, comedia de Francisco de las Natas; Colloquio de damas, de Aretino; Circe, de Giambatista Gelli; Diálogo de Mercurio y Carón, de Alfonso de Valdés; Diálogo de doctrina cristiana, de Juan de Valdés; Plácida y Victoriano, comedia de Juan del Encina; Custodia, farsa anónima atribuida a Bartolomé Palau; Iosephina, farsa anónima atribuida a Miguel de Carvajal; Oración y meditación, de Fray Luis de Granada; Guía de pecadores, de Fray Luis de Granada; Gamaliel, novela anónima; Lazarillo de Tormes; Lecciones de Job, anónimo; Cancionero general; Obras de Jorge de Montemayor; Obras del Christiano, de Francisco de Borja, Duque de Gandía; Resurrección de Celestina, comedia de Feliciano de Silva; Peregrinación de Ierusalem, de Pedro de Urrea; Peregrino y y Ginebra, de Caviceo; Propaladia, de Torres Naharro.
Frente a este listado, el Índice de Quiroga, desde el punto de vista literario, sólo añade cuatro obras y tres autores: Anselmo de Turmeda, Alfonso de Valdés y Huarte de San Juan. Como señala Márquez, Huarte de San Juan es el único autor en castellano que resultará expurgado en su obra Examen de ingenios. Hubo otras obras expurgadas como los Comentarios a San Lucas de Diego de Estella, pero estaba escrita en latín. También se expurgan otras obras de difícil catalogación literaria. [3]
En la mayoría de los Índices figura el nombre de las personas que contribuyeron en la labor de catalogación. Algunos se han hecho tan famosos, que los Índices son directamente conocidos por su nombre. Sin embargo hay que tener en cuenta que la maquinaria de la Inquisición era mucho más compleja y que estaba formada por un gran número e oficiales y funcionarios que se repartía por todo el Imperio y, especialmente, por las universidades, como era tradicional desde la Edad Media [4]. Los censores son, por lo general, clérigos regulares y seculares con títulos y grados en materias eclesiásticas como Teología o Derecho Canónico. La lista de calificadores o consultores de cada catálogo es abrumadora. Aunque, posiblemente, se trata de una coincidencia, la confección del mayor número de Índices se debe a los jesuitas.
Una cuestión relevante es preguntarse por lo que veían censurable las personas que realizaban dicho trabajo. Hay que tener en cuenta que el censor creía actuar por el bien de la comunidad y que por tanto creía firmemente en los peligros que dichos libros presentaban para la comunidad [5]. Al mismo tiempo actuaba el propio miedo del censor a ser reprendido y, por ello, el censor ponía sus cinco sentidos en su trabajo ya que todos los sustentadores del poder podían sentirse ofendidos por la obra literaria bajo sospecha: “Un tirano no puede fijarse en una fábula sin darse por aludido, comentaba un editor de Esopo en el S. XIX. [6]
3-Los censurados.
Una primera lectura de los Índices publicados hasta 1848 da como resultado una lista de ochenta y dos autores censurados por la Inquisición. Seguramente, con la suma de los libros anónimos, éste llegaría al centenar. En el Índice de zapata de 1632 se afirma que se han añadido más de dos mil quinientos censurados, aunque muchos de estos autores eran autores no literarios.
Esta desproporción en las cifras se debe a que muchos de los autores censurados no figuran en todos los índices. Autores expurgados, como Cristóbal de Castillejo, no figuran en los índices y Lope de Vega, escritor cuyas representaciones resultan prohibidas, no figura en los catálogos inquisitoriales. Estos desbarajustes se deben esencialmente a que en la mente de los inquisidores existían preocupaciones más perentorias y urgentes que censurar lo obviamente registrado en su memoria y lo que ya no suponía una amenaza para los fines propuestos por los censores. Los inquisidores, en este sentido, mantuvieron una especial preocupación por los anónimos, ya que pensaban que era el signo de que estos autores mantenían una voluntad clandestina de seguir escribiendo.
Se piensa en los hermanos Valdés, en Villalón, en toda una serie de obras, alguna de ellas de primer orden, que permanecieron en la sombra hasta nuestros días, bien por su atrevimiento, bien por la sospecha de herejía que pesaba sobre su autor. [7]
Se impuso de este modo lo que Antonio Márquez denominó “la ley del silencio”. El anónimo se había declarado delito desde el Índice inquisitorial de Valdés de 1551. En 1612 se convierte en uno de los tres tipo de autores permanentemente prohibidos. A ello habría que sumar el gran número de seudónimos que se adoptaron por estos motivos. Nada se ha escrito sobre ellos a pesar de las abundantes menciones que a ellos se realizan en los índices. Además de los autores mencionados por Bataillon hay otros como los del Lazarillo, La Celestina, Góngora, Quevedo en los que manda y ese impone la ley del silencio. Góngora, por ejemplo, muere sin haber publicado una sola obra. Y, cuando, meses después de su muerte, aparecen las Obras en verso del Homero español que recogió Iuan López de Vicuña (1527) la Inquisición requisa rápidamente esta edición, apareciendo cinco años más tarde ya expurgada. En una carta del Consejo Supremo se hace referencia a El Buscón, del cual Quevedo no reconoce su autoría, razón que el citado Consejo esgrime para considerarla prohibida.
En relación con el anonimato habría que citar el incidente de Mal Lara. El 7 de febrero de 1561 aparecieron por Sevilla unos versos contra la Iglesia y el clero. Mal Lara fue arrestado por la Inquisición como sospechoso. Entre sus antecedentes figuraba el haber escrito algunos versos de alabanza del Dr. Constantino de la Fuente, autor condenado. Carpio, tío de Lope de vega será el encargado de su defensa. Los inquisidores desestimaron el asunto y poco después Mal Lara fue puesto en libertad.
También la propia Inquisición contribuyó a crear una variedad de anónimo. Los Inquisidores muchas veces conocían el nombre del autor de una obra, ya que quedaba reflejado en el expediente de censura, pero luego éste no quedaba reflejado en los Índices. Allí figuraba un rodeo referente a otra obra del mismo autor o aparecía sin nombre.
Hubo otro tipo de obra anónima, el constituido por aquellas obras que fueron destruidas por sus propios autores ante el miedo que les suscitaba la presión inquisitorial. El caso más notorio es el de San Juan de la Cruz, que literalmente se comió sus propios versos para evitar que cayesen en manos de sus enemigos. Lebrija, por su parte tuvo un incidente con el inquisidor Deza, el cual le confiscó uno de sus Comentarios con el fin de que el gran humanista dejara de escribir. De ahí que en esos años Luis Vives escribiera que “estamos pasando por tiempos difíciles en que no se puede hablar sin callar en peligro” y El Pinciano señalaba en una carta a Zurita “y lo peor de esto es que querían que nadie se aficionase a estas letras humanas por los peligros, como ellos pretenden, que en ellas hay.” Rodrigo Manriquez, hijo del inquisidor general, en una carta a Luis Vives, se pronunciaba con rotundidad con motivo de la detención de Juan de Vergara:
Cuando considero la distinción de su espíritu, su erudición superior, y lo que cuenta más, su conducta irreprochable, me cuesta mucho trabajo creer que se pueda hacer algún mal a este hombre excelente. Pero, reconociendo en esto la intervención de calumniadores desvergonzadísimos, tiemblo, sobre todo, si ha caído en manos de individuos indignos o incultos que odian a los hombres de valor, que creen llevan a cabo una buena obra piadosa, haciendo desaparecer a los sabios por una simple palabra, o por un chiste. Dices muy bien: nuestra patria es una tierra de envidia y soberbia; y puedes agragar de barbarie. En efecto, cada vez resulta más evidente que ya nadie podrá cultivar las buenas letras en España sin que al punto se descubra en él un cúmulo de herejías, de errores, de taras judaicas. De tal manera es esto que se ha impuesto silencio; y aquellos que corrían al llamado de la erudición, se les ha inspirado, como tú dices, un terror enorme. [8]
A este tipo de barbaridades que adentran nuestro país en una de las páginas más negras de su historia habría que añadirle otro tipo de obras que no aparecen en los Índices y que son aquellas que sus autores rehicieron: Fray Luis de Granada, Huarte de de San Juan, el Eusebio de Montegón, la Historia de Salamanca de Gomara o la completa refundición de la obra de Castillejo. Tampoco mencionan los Índices a Lope de Vega hasta 1801, y se sabe que al menos El divino africano fue recogida por la Inquisición y tampoco se menciona a Calderón, el cual había tenido un tropiezo con los inquisidores con Las órdenes militares.
4-Las listas del Índice.
Las listas de los autores nombrados en los Índices no poseen valor por sí mismas. Así pues, es necesario distinguir entre los autores prohibidos y los expurgados. Los autores expurgados suelen ser autores católicos, cuyas obras, por razones ajenas a su intención, han sido prohibidas temporalmente y luego expurgadas. La razón para que una obra sea incluida en el Índice como libro expurgado es la que se achacó en su día, ya que una obra como La celestina no será incluida en los Índices hasta finales del S.XVIII.A veces se producen expurgaciones un poco tontas como la de la Crónica General de España de Florián de Ocampo (1553) por hablar de Eusebio Cesarense como de “santo”.
Por ello no es de extrañar que el inquisidor Zapata se vanagloriase de haber introducido en su Índice más de dos mil quinientas obras. De este modo se expurgaron frases de El Quijote y de Marcos de Obregón de Vicente Espinel como “Pero podría yo caminando rezar” o “quedó con esto muy satisfecho el sacerdote”.
Muchos autores quedaron expurgados al margen del Índices, autores como Torres Naharro, el autor del Lazarillo, Castillejo, Góngora. En el S. XVI no hay más que un autor sustancialmente expurgado y éste es Huarte de San Juan, en el Índice de Quiroga, a causa de su explicación acerca de las relaciones orgánicas entre el cerebro y el entendimiento que tocaban el tema de la inmortalidad del alma. Dicho capítulo quedó totalmente expurgado. También se suprimió el capítulo dedicado al temperamento de Cristo. La censura sobre Huarte de San Juan se dirigió hacia cuestiones dogmáticas consideradas entonces como trascendentales. Y ese es el problema que afectó a numerosos humanistas del S.XVI, desde Lebrija a Arias Montano, el tratamiento de la autonomía de la razón, la validez del método empírico como método científico.
El impacto de la censura es más claro cuando una obra o un autor es prohibido en su totalidad, in totum, como señalan los censores. En este sentido, autores literarios de primera fila que se alejan totalmente de la ortodoxia del Índice sólo hay uno, Juan de Valdés. Otros autores, como Miguel Servet o Ponce de la Fuente pertenecen a la historia de la teología y no de la literatura y, respecto a Juan de Valdés, la censura cae sobre sus tratados religiosos, no sobre su obra literaria.
Muchos autores circulan libremente después de ser expurgados, como Torres Naharro o Gil Vicente. Lo normal es que un autor figure en el Índice con una sola obra prohibida, más raramente con dos. Entre los cincuenta y siete autores prohibidos solamente Juan de Valdés, Antonio Pérez, Bernardo de Quirós y Gil Vicente figuran alguna vez con todas sus obras prohibidas.
Menéndez Pelayo creía que muchas de estas obras habían ganado con el expurgo. Difícil de entender resulta dicho beneficio. La intención de los censores era privar a dichas obras de su sentido más crítico y, en principio, parece que el expurgo fue efectivo y que los autores o llegaron a su público muy tarde o se les desposeyó de la acción progresista que su obra un día tuvo. Es más, la censura supone siempre un impedimento para la creación artística, que puede haber dado honrosas excepciones en periodos muy concretos de nuestra literatura. Como dice Coetzee, “bajo la censura no florece la literatura”, sino que más bien posibilita lo que Isaac Babel llamó “el genero del silencio” es más, cabe preguntarse ¿cuántos libros dejaron de escribirse por miedo, cuantas páginas se perdieron para siempre en el fuego del olvido, cuantas obras quedaron en el genio de unos autores aterrorizados que jamás se atrevieron a enfrentarse al terror de la censura y sus instituciones? A mi juicio muchas, pecado mayor cuando se tiene en cuenta que nada justifica la intervención censora en nombre de la salvaguardia del bienestar moral del individuo.
Notas:
[1] A. Sierra Corella, La censura, p.78.
[2] Ibídem.
[3] Antonio Márquez-Márquez, Antonio, Literatura e Inquisición en España, Madrid, Taurus, 1980, p.152-153.
[4] Ricardo García Carcel, La Inquisición, , Barcelona, Biblioteca El Sol, 1990.
[5] J.M. Coetzee, Contra la censura. Ensayos Sobre la pasión por silenciar, Barcelona, Debate, 2007, p.24.
[6] Joseph Jacobs, citado por Annabel Patterson, Fables of Power, Duke University Press, Durham, 1991, p.17.
[7] Marcel Bataillon, Erasmo y España, México, FCE, 1991, p.654.
[8] Antonio, Márquez, Literatura e Inquisición en España, ed., cit., p.166.
[9] J.M. Coetzee, Contra la censura, ed., cit., p.26.
BIBLIOGRAFÍA
Bataillon, Marcel, Erasmo y España, México, FCE, 1991.
Coetzee, J.M., Contra la censura. Ensayos Sobre la pasión por silenciar, Barcelona, Debate, 2007.
García Carcel, Ricardo, La Inquisición, Madrid, Biblioteca El Sol, 1990. - -Jacobs, Joseph, citado por Annabel Patterson, Fables of Power, Duke University Press, Durham, 1991.
Márquez, Antonio, Literatura e Inquisición en España, Madrid, Taurus, 1980.
Ortiz Juárez, José María, Escritores cordobeses en los índices de libros prohibidos de los siglos XVI y XVII, Córdoba, José María Ortiz Juárez ed., 1995.
Pardo Tomás, José Ciencia y censura: La Inquisición española los libros científicos de los siglos XVI y XVII, Madrid, CSIC, 1991.
Patterson, Annabel, Fables of Power, Duke University Press, Durham, 1991.
Pinto Crespo, Virgilio, Inquisición y control ideológico en la España del S.XVI, Madrid, Taurus, 1983.
© Luis Veres 2008
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
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