11/10/09

Celso, Un Filósofo intencionalmente Olvidado


Poco se sabe de la vida y obra de este filósofo griego que vivió en el siglo II. Pero gracias a el tenemos el primer tratado contra el cristianismo del que se tenga constancia. La historia no pudo rescatar ni en su totalidad ni en parte la obra legada por éste. Su “Alethes Logos” o “El discurso verdadero” fue destruido por los primeros emperadores cristianos y lo poco que conocemos de este texto nos llega a través de Orígenes, teólogo cristiano que cometió autocastración, quien en su libro “Contra Celso” se dedicó a refutar las críticas del filósofo griego acudiendo “en muchos casos a subterfugios y a la omisión de puntos importantes” del discurso de Celso según señala Deschner.

En la mencionada obra Celso refuta con claridad los fundamentos de la doctrina cristiana. Dice que esta es la resultante de la mezcla entre judaísmo, estoicismo, platonismo y cultos esotéricos de Egipto y Persia. Tal cúmulo de ideas merece de Celso las siguientes palabras: “Todo esto se expresó mejor entre los griegos y sin tanta altanería ni pretensión de haber sido anunciadas por dios o el hijo de dios en persona”.

Celso considera a los judíos y a los cristianos vanidosos al detenerse en su manifestación de estar ellos en una posición superior a la de cualquiera otros: “Por encima de todo está dios, y después de dios, nosotros, creados por él y semejantes a él en todo; lo demás, la tierra, el agua, el aire y las estrellas, es todo nuestro, puesto que se creó para nosotros y por tanto debe ponerse a nuestro servicio”.

El matiz de subordinación de la naturaleza al hombre alegado por los escritos bíblicos causan en Celso un evidente rechazo.. Comparando a judíos y cristianos con formas animales que ellos considerarían las más bajas- “bandada de murciélagos”, “ranas que croan” y “lombrices”- Celso afirma, haciendo gala de un moderno sentido humanista y ecologista, que el ser humano no le lleva tanta ventaja al animal y que solo es un fragmento del cosmos. Ideas estas alejadas palmariamente de toda concepción bíblica. “No hay diferencia de naturaleza, escribe Celso, entre el cuerpo de un murciélago, el de una rana y el de un hombre porque están formados de la misma materia e igualmente sujetos a corrupción. La naturaleza de todos los cuerpos es la misma, sujeta a las mismas vicisitudes, al mismo flujo y reflujo universal.”

En lo que respecta a la ética cristiana el filósofo afirma que sus principios, copiados de filósofos platónicos, estoicos y pitagóricos, “se ven muy antiguos y (habían sido) mejor expresados por otros anteriormente y no en términos tan rústicos”. Esta ética, en fin, “no es una ciencia venerable ni nueva”.

La figura de Cristo según Celso no reviste carácter excepcional comparado con las de Hércules, Esculapio, Dionisio y otros.

“Los que desean que se les engañe siempre están dispuestos a creer en apariciones como la de Jesús”.

Celso recalca que los cristianos se reclutaban entre la gente mas inculta y mas propensa a creer en mitos. El pensamiento de Cristo aparece como “simple y adolece de carácter científico”, por ello quienes sostienen esas ideas evitan a las personas cultas que no comparten su deseo de ser embaucadas, prefiriendo dirigirse a los ignorantes para contarles “grandes maravillas”. Así fue como alrededor del mito de Jesús “se agrupo una multitud heterogénea de gentes simples, groseras y perdidas por sus costumbres, que constituyen la clientela habitual de los charlatanes y de los impostores. En apoyo de esta conclusión Celso señala: el músico Dionisio ,” a quien conocí, decía que las prácticas mágicas solo tienen efecto sobre los ignorantes y pervertidos, más no tienen efectos sobre los filósofos y los que saben ser dueños de sí mismos y ordenan sabiamente sus propias vidas”.

Sorprende la agudeza y actualidad del pensamiento de éste olvidado filósofo, habiendo transcurrido 18 siglos entre su época y nuestra era tecnológica. Para los cristianos” Dios habría fabricado con sus propias manos un hombre, habría soplado sobre él, habría sacado una mujer de una de sus costillas, les habría dado unos mandamientos, y una serpiente que contra ellos se había erguido, sobre ellos triunfó. Buena fábula para las viejas. Nada más pueril que la cosmogonía de los cristianos, la narración de la creación del hombre a imagen de Dios, el paraíso plantado por la mano de Dios -no hay nada más oscuro que el cambio (que sufre) el primer hombre como consecuencia del pecado original y su expulsión del jardín de las delicias. Son apenas divagaciones, o, si se quiere, historietas divertidas…” Sus palabras ponen en evidencia la inconsistencia del cristianismo: “La verdad es que todos estos pretendidos hechos no pasan de ser mitos, que vuestros maestros y vosotros mismos fabricasteis, sin con­seguir siquiera dar a vuestras mentiras la aparien­cia de verosimilitud.

Es en otro tono, con otra seriedad y con otra profundidad, como los viejos sabios de Grecia hablaron de la formación del mundo y de los hombres. Moisés y los Profetas, autores de sus escrituras, en la ignorancia en que estaban de la naturaleza del mundo y de los hombres, fabrica­ron a tal respecto cuentos para hacer dormir de pie.”

BIBLIOGRAFIA RECOMENDABLE:

-Celso: Discurso Verdadero
-Deschner, Karlheinz: Historia criminal del cristianismo, Ediciones Martínez Roca
-Dide, Augusto y Elcana, Boz: ¿Quien fue en verdad este hombre?

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