Nací a fin de los ‘70 en Suecia. En el seno de la cultura mixta, donde es modus operandi el apoyo gubernamental (hasta cierto grado) A la igualdad social, étnica, económica y religiosa. Fui educado en casa los primeros 3 años escolares. Cuando comencé a asistir a una escuela primaria, compartía el aula con cristianos, ateos, musulmanes, hinduistas, budistas, taoístas, confucionistas. Se nos inculcaban principios de igualdad y de respeto a las creencias y diferencias del prójimo.
En Suecia, la religión, aunque patente, cada creyente la vive, en principio, como algo privado, particular, íntimo. Mi padre, fundador de la Unión Humanista y Ética de Suecia (origen de la actual asociación Humanisterna, con miembros en el Parlamento sueco), me llevaba a reuniones donde era común ver agrupadas a numerosas personas no creyentes, agnósticas, escépticas, y “creyentes-en-duda” (personas que habían comenzado a cuestionar los principios de su religión). Gracias a esa experiencia y al ambiente general que se da en la sociedad sueca, crecí con la noción de que existían distintos credos, y que cada cual debía respetar al prójimo, y principalmente, a las reglas de convivencia social y cultural. En otras palabras, de pequeño viví como algo normal que nadie intentara inculcar a otro sus principios morales/éticos/religiosos. Y a veces, cuando uno vive algo como normal desde chico, no toma conciencia de lo difícil que puede ser asegurar su existencia.
Pero en la vida, como es prácticamente obligación, tarde o temprano tomamos conciencia de las cosas.
A temprana edad viajé a Estados Unidos. Un viaje de intercambio cultural se presentó como oportunidad para expandir mis horizontes, y viajar al país tan aclamado en Europa por su libertad de oportunidades.
Al llegar me fue asignado como lugar para vivir la casa de una familia en el sur de los EEUU. Y fue entonces cuando aprendí el concepto del “Cinturón Bíblico”. Sorprendido al principio, descubrí prontamente que este Cinturón abarcaba los estados del sud-este de los Estados Unidos. Específicamente Texas, Louisiana, Arkansas, Mississippi, Alabama, Tennessee, Missouri, Georgia y Florida. No voy a entrar en mucho (demasiado) detalle al respecto, pero destacaré que, repentinamente, este sueco ateo se encontró en el seno mas oscurantista, creyente, fanático y atrasado del país supuestamente más “rebelde” del hemisferio norte. Estamos hablando de los mismos estados A los cuales en LA DÉCADA DE 1960 Kennedy tuvo que enviar nada menos que la Guardia Nacional para lograr la integración de descendientes africanos a los colegios públicos que eran separados entre escuelas "tradicionalmente" negras y “tradicionalmente” blancas. Y hubo muertes. Y hubo violencia. Todo por permitir que un niño negro ingrese a un colegio de blancos.
Estamos hablando también de los estados donde aun esta vigente y activa la famosa organización semisecreta Ku Klux Klan. Estamos hablando de una zona geográfica donde hasta 1997 seguían linchando a NEGROS descendientes de esclavos dejándolos colgados de los árboles. Ello ocurría a lo largo de la ruta 49, cerca de Jackson, capital de Mississippi, mientras yo leía libros de biología cómodamente en mi dormitorio universitario.
Asimismo, estamos hablando de los estados de donde salen más misioneros que de ningún otro lado del mundo. Misioneros católicos, adventistas, bautistas del sur (southern baptists), de la “iglesia de cristo” (church of christ), evangelistas, revivalistas (revivalist church), congregacionistas, del ministerio de dios (ministry of god), y... la lista de sectas continua.
Hombres y mujeres creyentes con un único propósito. “Llevar la palabra de dios a todas las personas”. Sin importar la opinión de esas personas, ya que, según Pablo "todos los sujetos del planeta son creados por dios". Dios inclusive creó a las culturas de esos “sujetos”, los cuales, de ahora en más, denominaré “grupos aborígenes”.
Así que... ¡qué más da! Esos pobres aborígenes que desconocen que ellos y su cultura fueron creados por dios, deben ser re-educados, "re-formateados", y como bien lo dice Pablo, “re-enmarcarlos en el mensaje cristiano”.
No hay nada que me resulte tan soberbio. Nada que me revuelva más las entrañas. Porque tales palabras significan una violación del derecho esencial de cada ser humano de creer, pensar, y hacer lo que le plazca. Una violación de las reglas de convivencia.
Aquí fue donde tomé conciencia de lo realmente precioso que habían logrado en Suecia. La tolerancia.
Y fue entonces cuando vi que, en realidad, Suecia era una excepción. Y que en el mundo occidental lo que ha predominado y sigue predominando es la soberbia cristiana.
Desde el exterminio por asimilación de los paganos griegos, galos, vikingos y celtas, pasando por la eliminación de las grandes culturas incaicas, mayas y aztecas. Y la lista sigue... En 1974 muere Ángela Loij, la ultima indígena Selk’nam (comúnmente llamados Onas de Tierra del Fuego, Argentina) de pura sangre después de que su gente sobrevivió matanzas sistemáticas a mano de colonizadores occidentales, y luego, estancieros y rancheros.
La estocada final la dieron unos misioneros cristianos, que se encargaron de anular su cultura originaria. Era lo único que los mantenía con vida.
En Burma, la esterilización (de conocimiento público) de más de veinte mil mujeres de la tribu montañesa Akha en el estado Shan del este país, no impide que aún hoy haya misioneros en la región siendo ya internacionalmente acusados de dicho desmán. Citando Mateo 28 se encargan de mutilar lo que queda de su cultura aborigen, porque “deseamos verlos vivir con el propósito y la pasión de ser cristianos Akha” (vean la página http://loriandpaul.hopedenver.com/about-akha.php). Y mientras releo esas palabras, siento una leve similitud con los principios de asimilación que manejaban los Nazis (incidentalmente fervientes católicos financiados principalmente y ampliamente respaldados por el Vaticano).
Me pregunto qué ocurrirá con los Akhas que se rehúsen a convertirse. ¿Tendrán acceso a los mismos beneficios que los cristianos por el solo hecho de ser seres humanos? ¿O se usarán estos beneficios como herramientas extorsivas para convertirlos? Y cuando hablamos de beneficios hablamos de medicina, comida, educación.
La gente ha olvidado aquello de “la Biblia o la espada”, de épocas de los colonizadores europeos en América. ¿Me parece a mí o están usando las mismas técnicas, aunque ahora de una manera mucho más elegante? Antes era “la Biblia o la espada”... ahora es.... “aceptas a Dios o te mueres de hepatitis”. Además todo esto obliga a preguntarse... ¿Cómo sobrevivieron los Akhas durante milenios sin la ayuda de los misioneros? ¿Cómo podemos permitir que estos misioneros sigan predicando el concepto de que sin Dios estas “almas” están perdidas y necesitan ser salvadas (lo cual, incidentalmente, es parte esencial del credo cristiano)?
Creo que no hace falta mencionar las enfermedades traídas involuntariamente – en principio – por estos misioneros, para los cuales muchos grupos aborígenes no poseían defensas naturales. Una vez eliminadas sus culturas originales, sus ritos y métodos medicinales, ya queda sellado el futuro de la tribu. Una simple fiebre es suficiente para diezmar sus pequeñas poblaciones.
Los años que pasé en Estados Unidos comencé a ver la desesperación del creyente ferviente. A vivirla en primera persona. Empecé a escuchar por primera vez en mi vida cosas como “qué lástima que no crees en dios”, “qué lástima que no celebras navidad”. La presencia de una creencia en otro dios, en otros parámetros culturales o la ausencia de la creencia religiosa, le presenta inevitablemente al creyente una amenaza seria a sus propias creencias. Ya que como toda religión monoteísta (especialmente la cristiana) habla de un solo Dios, creador de todos los seres humanos, la existencia de otro dios (o, mejor dicho, la creencia en la existencia De otro dios) le presenta una alternativa totalmente inaceptable, ya que de aceptar esta posibilidad, su propia creencia ciega y cerrada se derrumbaría. Como toda creencia ciega y cerrada, está apoyada en el frágil pilar de lo indemostrable. Dios es todopoderoso. Pero hay otros dioses!
Y hay personas que no creen en ningún dios. Entonces... al fin... no es todopoderoso. Es obvio. No sigamos.
La reacción del creyente irracional es (y ha sido siempre) la de convertir a sus pares a su creencia, para reforzar su propio fanatismo, y para crear un medio ambiente favorable al sostenimiento de su mito. Y en nombre de eso siguen causando estragos en los grupos aborígenes.
En EEUU, durante épocas de expansión del país cuando aun solo eran 13 los estados de la unión, y la compra de Louisiana (Louisiana Purchase) era aun tema de actualidad, las misiones cristianas se distribuyeron por las “prairies” (praderas) norteamericanas. Su propósito era simple: convertir a la descendencia de los nativos americanos que habían sobrevivido la expansión del país, y borrar todo rastro de sus culturas. Pero no resultó tan simple, por lo que hombres, niños, mujeres, ancianas y ancianos fueron encerrados en condiciones infrahumanas en reservaciones establecidas por el gobierno en zonas áridas, pantanosas, y otras regiones que no sirvieran al desarrollo económico del país. Estas reservaciones estaban lejos de las tierras de los aborígenes. Su supervivencia pendía de un hilo, y miles de tribus desaparecieron en tan solo dos generaciones. Pero permítanme recordar lo que ocurrió con una parte de ellos...
Las niñas eran llevadas a colegios pupilos (léase misiones cristianas) donde eran azotadas, violadas, castigadas y torturadas por curas misioneros. El objetivo: borrar a golpes todo rastro de sus culturas nativas. Castigar el cuerpo para librarlas de sus pecados, convertirlas en “buenas cristianas”, y “miembros activos de la sociedad”. La lista de grupos indígenas norteamericanos eliminados durante estos tiempos llenaría unas cuantas páginas.
Pero volvamos a los Akhas un instante. La esterilización no era lo peor. Aquellas mujeres esterilizadas comenzaban a sufrir problemas de salud, adicción al opio, desangramientos por maceración extrema, anormalidades sociales y distintos tipos de enfermedades. La mayoría de las mujeres que sobrevivían al proceso de esterilización (al cual no entraré en detalles por respeto al buen gusto del lector/a) con suerte vivían una semana después del proceso. Una matanza sistemática, inteligentemente encubierta como “ayuda humanitaria”.
Utilizando como excusa la extensión de la prostitución en la región Shan de Burma, jóvenes niñas Akha fueron reubicadas en hogares juveniles, con el propósito de “protegerlas y dirigirlas”. El resultado fue que estas jóvenes ya no sentían atracción por los hombres Akha ni deseos de casarse con ellos. Ya se imaginará Ud. como termina esta historia. Es demasiado similar a la de los Selk’nam, a la de los nativos norteamericanos, a la de tantos otros.
Como es de esperar, esta historia también termina trágicamente, como la de los Selk’nam, como la de los nativos norteamericanos, como la de tantos otros.
De las palabras de un aborigen Akha en Tailandia (véase http://www.akha.org/):
“No parecían estar interesados en nuestra cultura. ¿Por qué? Solo se mostraban deseosos de construir grandes iglesias en nuestro pueblo. No sabemos por qué los misioneros tienen tantas ganas de descartar nuestra cultura. ¿No hay nada bueno en nuestra cultura? ¿Por qué entonces están haciendo negocio vendiendo nuestros atuendos y otras cosas Y ganando tanto dinero escribiendo sobre nuestra gente, costumbres e historia? Después de todo, para escribir estas cosas ¿Cómo consiguen la información? Se la dan nuestra gente, y ellos siguen siendo pobres. ¿Y los autores? Se hacen ricos y famosos en todo el mundo por haber escrito sobre nosotros”
Un virus llega a un portador, se esparce, y cuando el portador no puede sostener las condiciones necesarias para la existencia del virus (ya sea por muerte o POR curación), simplemente se muda a otro portador, y así consecutivamente.
Los misionarios son el peor virus del tiempo moderno. Se mudan a una región. Extraen toda la sangre de la cultura local, y cuando sus miembros yacen cristianizados, convertidos y dependientes del cristianismo (y lograron su fama y su dinero), se mudan a otra región, y el proceso comienza de nuevo.
Otro caso representativo de la violación que cometen los misioneros en todo el mundo es lo que les está ocurriendo a los Mentawai de Indonesia mientras Ud. lee estas palabras.
Los Mentawai son un grupo étnico de tribus formadas en clanes que habitan las regiones selváticas de Indonesia. Hubo un intento de asimilación por parte del ejército de ese país, pero sin éxito. Más tarde llegaron los misioneros, era de esperarse.
En su forma original, la sociedad Mentawai mostraba un perfil casi perfecto. No existían las guerras, ni el crimen, ni el robo, ni el adulterio. Todos compartían la generosa abundancia de la selva. Todos los miembros del clan eran tratados con igualdad, incluyendo mujeres y niños.
Los misioneros se encargaron de cambiar desde su vestimenta hasta la forma y estructura de sus casas. Llegaron a convencerlos de mudarse lejos de sus regiones nativas (ver http://www.nativeplanet.org) con la promesa de vivienda, trabajo, comida, medicina y educación.
Los Mentawai se visten con taparrabos y lucen sus pies descalzos. QuÉ atraso, diríamos los occidentales. Pero veamos que en la jungla, los pantalones impiden ver y extraer alimañas de la piel y los zapatos se rompen fácilmente y se llenan de tierra y barro. Por ende, el taparrabos y el pie descalzo son medios eficaces probados durante milenios para la vida en la jungla. Las remeras de algodón solo se pudren y causan infecciones en la piel, además de ser un gasto adicional innecesario.
Asimismo, sus casas con techos de paja gruesos a prueba de agua e insectos y bien ventiladas, fueron abandonadas a favor de casas construidas por el gobierno en “villas“, donde el saneamiento no fue muy bien planeado que digamos. Sus hábitos de orinar y defecar en la jungla en pozos de uso limitado fueron eliminados al reasignarlos a estas áreas, obligándolos a romper sus tabúes originales de no hacer sus necesidades en los ríos. Como resultado directo están sufriendo constantes embates de cólera y hepatitis.
Los médicos y los misioneros ya se han ido, y el futuro de los Mentawai pende se ve amenazado por la malnutrición y las epidemias. Al no vivir en sus pueblos originales, deben adaptar sus formas de vida a nuevas “villas modernas”, en las cuales, por ejemplo, no se les permite criar cerdos, que son esenciales a la cultura gastronómica Mentawai porque son su fuente principal de proteína. Como si eso no fuera suficiente, y para agregarle un insulto mas, ahora deben luchar contra la deforestación y el turismo no regulado.
Los misioneros lograron borrar su cultura y su orgullo por su cultura. Ahora son un grupo mÁs que necesita de “beneficencia y caridad”. Han perdido el equilibrio con su medio ambiente. Sus ríos infectados de heces y casi sin vida ya no pueden sostener sus costumbres. Sus tierras originales deforestadas y derruidas. Los Mentawai ahora viven hacinados en “villas” que no son nada mÁs que desastres ecológicos y se ven obligados, por desesperación, a romper con sus tabúes originales y adoptar métodos agriculturales “modernos” tales como la deforestación para cultivar la comida que necesitan para subsistir. Asimismo, la presencia del cristianismo ha logrado destrozar la unión de los clanes, e impedir que miembros cristianos de estos puedan asistir a eventos importantes denominados “Jaravak”, tales como casamientos.
<<< -- >>>
Durante la historia, la religión ha sido utilizada como herramienta de opresión y asimilación, y ha exterminado efectivamente a incontables culturas y grupos aborígenes.
Estamos en el año 2009 de la Era Cristiana, y se siguen cometiendo los mismos crímenes.
La Soberbia Misionera queda refutada con algo que dijo un aborigen Akha de Tailandia:
“Si no hubiera enseñanzas útiles entre los Akhas, no podríamos haber sobrevivido hasta este día”
Infórmese:
http://www.akha.org/
http://www.nativeplanet.org
http://www.mexika.org
http://www.indigenouscultures.org/
En Suecia, la religión, aunque patente, cada creyente la vive, en principio, como algo privado, particular, íntimo. Mi padre, fundador de la Unión Humanista y Ética de Suecia (origen de la actual asociación Humanisterna, con miembros en el Parlamento sueco), me llevaba a reuniones donde era común ver agrupadas a numerosas personas no creyentes, agnósticas, escépticas, y “creyentes-en-duda” (personas que habían comenzado a cuestionar los principios de su religión). Gracias a esa experiencia y al ambiente general que se da en la sociedad sueca, crecí con la noción de que existían distintos credos, y que cada cual debía respetar al prójimo, y principalmente, a las reglas de convivencia social y cultural. En otras palabras, de pequeño viví como algo normal que nadie intentara inculcar a otro sus principios morales/éticos/religiosos. Y a veces, cuando uno vive algo como normal desde chico, no toma conciencia de lo difícil que puede ser asegurar su existencia.
Pero en la vida, como es prácticamente obligación, tarde o temprano tomamos conciencia de las cosas.
A temprana edad viajé a Estados Unidos. Un viaje de intercambio cultural se presentó como oportunidad para expandir mis horizontes, y viajar al país tan aclamado en Europa por su libertad de oportunidades.
Al llegar me fue asignado como lugar para vivir la casa de una familia en el sur de los EEUU. Y fue entonces cuando aprendí el concepto del “Cinturón Bíblico”. Sorprendido al principio, descubrí prontamente que este Cinturón abarcaba los estados del sud-este de los Estados Unidos. Específicamente Texas, Louisiana, Arkansas, Mississippi, Alabama, Tennessee, Missouri, Georgia y Florida. No voy a entrar en mucho (demasiado) detalle al respecto, pero destacaré que, repentinamente, este sueco ateo se encontró en el seno mas oscurantista, creyente, fanático y atrasado del país supuestamente más “rebelde” del hemisferio norte. Estamos hablando de los mismos estados A los cuales en LA DÉCADA DE 1960 Kennedy tuvo que enviar nada menos que la Guardia Nacional para lograr la integración de descendientes africanos a los colegios públicos que eran separados entre escuelas "tradicionalmente" negras y “tradicionalmente” blancas. Y hubo muertes. Y hubo violencia. Todo por permitir que un niño negro ingrese a un colegio de blancos.
Estamos hablando también de los estados donde aun esta vigente y activa la famosa organización semisecreta Ku Klux Klan. Estamos hablando de una zona geográfica donde hasta 1997 seguían linchando a NEGROS descendientes de esclavos dejándolos colgados de los árboles. Ello ocurría a lo largo de la ruta 49, cerca de Jackson, capital de Mississippi, mientras yo leía libros de biología cómodamente en mi dormitorio universitario.
Asimismo, estamos hablando de los estados de donde salen más misioneros que de ningún otro lado del mundo. Misioneros católicos, adventistas, bautistas del sur (southern baptists), de la “iglesia de cristo” (church of christ), evangelistas, revivalistas (revivalist church), congregacionistas, del ministerio de dios (ministry of god), y... la lista de sectas continua.
Hombres y mujeres creyentes con un único propósito. “Llevar la palabra de dios a todas las personas”. Sin importar la opinión de esas personas, ya que, según Pablo "todos los sujetos del planeta son creados por dios". Dios inclusive creó a las culturas de esos “sujetos”, los cuales, de ahora en más, denominaré “grupos aborígenes”.
Así que... ¡qué más da! Esos pobres aborígenes que desconocen que ellos y su cultura fueron creados por dios, deben ser re-educados, "re-formateados", y como bien lo dice Pablo, “re-enmarcarlos en el mensaje cristiano”.
No hay nada que me resulte tan soberbio. Nada que me revuelva más las entrañas. Porque tales palabras significan una violación del derecho esencial de cada ser humano de creer, pensar, y hacer lo que le plazca. Una violación de las reglas de convivencia.
Aquí fue donde tomé conciencia de lo realmente precioso que habían logrado en Suecia. La tolerancia.
Y fue entonces cuando vi que, en realidad, Suecia era una excepción. Y que en el mundo occidental lo que ha predominado y sigue predominando es la soberbia cristiana.
Desde el exterminio por asimilación de los paganos griegos, galos, vikingos y celtas, pasando por la eliminación de las grandes culturas incaicas, mayas y aztecas. Y la lista sigue... En 1974 muere Ángela Loij, la ultima indígena Selk’nam (comúnmente llamados Onas de Tierra del Fuego, Argentina) de pura sangre después de que su gente sobrevivió matanzas sistemáticas a mano de colonizadores occidentales, y luego, estancieros y rancheros.
La estocada final la dieron unos misioneros cristianos, que se encargaron de anular su cultura originaria. Era lo único que los mantenía con vida.
En Burma, la esterilización (de conocimiento público) de más de veinte mil mujeres de la tribu montañesa Akha en el estado Shan del este país, no impide que aún hoy haya misioneros en la región siendo ya internacionalmente acusados de dicho desmán. Citando Mateo 28 se encargan de mutilar lo que queda de su cultura aborigen, porque “deseamos verlos vivir con el propósito y la pasión de ser cristianos Akha” (vean la página http://loriandpaul.hopedenver.com/about-akha.php). Y mientras releo esas palabras, siento una leve similitud con los principios de asimilación que manejaban los Nazis (incidentalmente fervientes católicos financiados principalmente y ampliamente respaldados por el Vaticano).
Me pregunto qué ocurrirá con los Akhas que se rehúsen a convertirse. ¿Tendrán acceso a los mismos beneficios que los cristianos por el solo hecho de ser seres humanos? ¿O se usarán estos beneficios como herramientas extorsivas para convertirlos? Y cuando hablamos de beneficios hablamos de medicina, comida, educación.
La gente ha olvidado aquello de “la Biblia o la espada”, de épocas de los colonizadores europeos en América. ¿Me parece a mí o están usando las mismas técnicas, aunque ahora de una manera mucho más elegante? Antes era “la Biblia o la espada”... ahora es.... “aceptas a Dios o te mueres de hepatitis”. Además todo esto obliga a preguntarse... ¿Cómo sobrevivieron los Akhas durante milenios sin la ayuda de los misioneros? ¿Cómo podemos permitir que estos misioneros sigan predicando el concepto de que sin Dios estas “almas” están perdidas y necesitan ser salvadas (lo cual, incidentalmente, es parte esencial del credo cristiano)?
Creo que no hace falta mencionar las enfermedades traídas involuntariamente – en principio – por estos misioneros, para los cuales muchos grupos aborígenes no poseían defensas naturales. Una vez eliminadas sus culturas originales, sus ritos y métodos medicinales, ya queda sellado el futuro de la tribu. Una simple fiebre es suficiente para diezmar sus pequeñas poblaciones.
Los años que pasé en Estados Unidos comencé a ver la desesperación del creyente ferviente. A vivirla en primera persona. Empecé a escuchar por primera vez en mi vida cosas como “qué lástima que no crees en dios”, “qué lástima que no celebras navidad”. La presencia de una creencia en otro dios, en otros parámetros culturales o la ausencia de la creencia religiosa, le presenta inevitablemente al creyente una amenaza seria a sus propias creencias. Ya que como toda religión monoteísta (especialmente la cristiana) habla de un solo Dios, creador de todos los seres humanos, la existencia de otro dios (o, mejor dicho, la creencia en la existencia De otro dios) le presenta una alternativa totalmente inaceptable, ya que de aceptar esta posibilidad, su propia creencia ciega y cerrada se derrumbaría. Como toda creencia ciega y cerrada, está apoyada en el frágil pilar de lo indemostrable. Dios es todopoderoso. Pero hay otros dioses!
Y hay personas que no creen en ningún dios. Entonces... al fin... no es todopoderoso. Es obvio. No sigamos.
La reacción del creyente irracional es (y ha sido siempre) la de convertir a sus pares a su creencia, para reforzar su propio fanatismo, y para crear un medio ambiente favorable al sostenimiento de su mito. Y en nombre de eso siguen causando estragos en los grupos aborígenes.
En EEUU, durante épocas de expansión del país cuando aun solo eran 13 los estados de la unión, y la compra de Louisiana (Louisiana Purchase) era aun tema de actualidad, las misiones cristianas se distribuyeron por las “prairies” (praderas) norteamericanas. Su propósito era simple: convertir a la descendencia de los nativos americanos que habían sobrevivido la expansión del país, y borrar todo rastro de sus culturas. Pero no resultó tan simple, por lo que hombres, niños, mujeres, ancianas y ancianos fueron encerrados en condiciones infrahumanas en reservaciones establecidas por el gobierno en zonas áridas, pantanosas, y otras regiones que no sirvieran al desarrollo económico del país. Estas reservaciones estaban lejos de las tierras de los aborígenes. Su supervivencia pendía de un hilo, y miles de tribus desaparecieron en tan solo dos generaciones. Pero permítanme recordar lo que ocurrió con una parte de ellos...
Las niñas eran llevadas a colegios pupilos (léase misiones cristianas) donde eran azotadas, violadas, castigadas y torturadas por curas misioneros. El objetivo: borrar a golpes todo rastro de sus culturas nativas. Castigar el cuerpo para librarlas de sus pecados, convertirlas en “buenas cristianas”, y “miembros activos de la sociedad”. La lista de grupos indígenas norteamericanos eliminados durante estos tiempos llenaría unas cuantas páginas.
Pero volvamos a los Akhas un instante. La esterilización no era lo peor. Aquellas mujeres esterilizadas comenzaban a sufrir problemas de salud, adicción al opio, desangramientos por maceración extrema, anormalidades sociales y distintos tipos de enfermedades. La mayoría de las mujeres que sobrevivían al proceso de esterilización (al cual no entraré en detalles por respeto al buen gusto del lector/a) con suerte vivían una semana después del proceso. Una matanza sistemática, inteligentemente encubierta como “ayuda humanitaria”.
Utilizando como excusa la extensión de la prostitución en la región Shan de Burma, jóvenes niñas Akha fueron reubicadas en hogares juveniles, con el propósito de “protegerlas y dirigirlas”. El resultado fue que estas jóvenes ya no sentían atracción por los hombres Akha ni deseos de casarse con ellos. Ya se imaginará Ud. como termina esta historia. Es demasiado similar a la de los Selk’nam, a la de los nativos norteamericanos, a la de tantos otros.
Como es de esperar, esta historia también termina trágicamente, como la de los Selk’nam, como la de los nativos norteamericanos, como la de tantos otros.
De las palabras de un aborigen Akha en Tailandia (véase http://www.akha.org/):
“No parecían estar interesados en nuestra cultura. ¿Por qué? Solo se mostraban deseosos de construir grandes iglesias en nuestro pueblo. No sabemos por qué los misioneros tienen tantas ganas de descartar nuestra cultura. ¿No hay nada bueno en nuestra cultura? ¿Por qué entonces están haciendo negocio vendiendo nuestros atuendos y otras cosas Y ganando tanto dinero escribiendo sobre nuestra gente, costumbres e historia? Después de todo, para escribir estas cosas ¿Cómo consiguen la información? Se la dan nuestra gente, y ellos siguen siendo pobres. ¿Y los autores? Se hacen ricos y famosos en todo el mundo por haber escrito sobre nosotros”
Un virus llega a un portador, se esparce, y cuando el portador no puede sostener las condiciones necesarias para la existencia del virus (ya sea por muerte o POR curación), simplemente se muda a otro portador, y así consecutivamente.
Los misionarios son el peor virus del tiempo moderno. Se mudan a una región. Extraen toda la sangre de la cultura local, y cuando sus miembros yacen cristianizados, convertidos y dependientes del cristianismo (y lograron su fama y su dinero), se mudan a otra región, y el proceso comienza de nuevo.
Otro caso representativo de la violación que cometen los misioneros en todo el mundo es lo que les está ocurriendo a los Mentawai de Indonesia mientras Ud. lee estas palabras.
Los Mentawai son un grupo étnico de tribus formadas en clanes que habitan las regiones selváticas de Indonesia. Hubo un intento de asimilación por parte del ejército de ese país, pero sin éxito. Más tarde llegaron los misioneros, era de esperarse.
En su forma original, la sociedad Mentawai mostraba un perfil casi perfecto. No existían las guerras, ni el crimen, ni el robo, ni el adulterio. Todos compartían la generosa abundancia de la selva. Todos los miembros del clan eran tratados con igualdad, incluyendo mujeres y niños.
Los misioneros se encargaron de cambiar desde su vestimenta hasta la forma y estructura de sus casas. Llegaron a convencerlos de mudarse lejos de sus regiones nativas (ver http://www.nativeplanet.org) con la promesa de vivienda, trabajo, comida, medicina y educación.
Los Mentawai se visten con taparrabos y lucen sus pies descalzos. QuÉ atraso, diríamos los occidentales. Pero veamos que en la jungla, los pantalones impiden ver y extraer alimañas de la piel y los zapatos se rompen fácilmente y se llenan de tierra y barro. Por ende, el taparrabos y el pie descalzo son medios eficaces probados durante milenios para la vida en la jungla. Las remeras de algodón solo se pudren y causan infecciones en la piel, además de ser un gasto adicional innecesario.
Asimismo, sus casas con techos de paja gruesos a prueba de agua e insectos y bien ventiladas, fueron abandonadas a favor de casas construidas por el gobierno en “villas“, donde el saneamiento no fue muy bien planeado que digamos. Sus hábitos de orinar y defecar en la jungla en pozos de uso limitado fueron eliminados al reasignarlos a estas áreas, obligándolos a romper sus tabúes originales de no hacer sus necesidades en los ríos. Como resultado directo están sufriendo constantes embates de cólera y hepatitis.
Los médicos y los misioneros ya se han ido, y el futuro de los Mentawai pende se ve amenazado por la malnutrición y las epidemias. Al no vivir en sus pueblos originales, deben adaptar sus formas de vida a nuevas “villas modernas”, en las cuales, por ejemplo, no se les permite criar cerdos, que son esenciales a la cultura gastronómica Mentawai porque son su fuente principal de proteína. Como si eso no fuera suficiente, y para agregarle un insulto mas, ahora deben luchar contra la deforestación y el turismo no regulado.
Los misioneros lograron borrar su cultura y su orgullo por su cultura. Ahora son un grupo mÁs que necesita de “beneficencia y caridad”. Han perdido el equilibrio con su medio ambiente. Sus ríos infectados de heces y casi sin vida ya no pueden sostener sus costumbres. Sus tierras originales deforestadas y derruidas. Los Mentawai ahora viven hacinados en “villas” que no son nada mÁs que desastres ecológicos y se ven obligados, por desesperación, a romper con sus tabúes originales y adoptar métodos agriculturales “modernos” tales como la deforestación para cultivar la comida que necesitan para subsistir. Asimismo, la presencia del cristianismo ha logrado destrozar la unión de los clanes, e impedir que miembros cristianos de estos puedan asistir a eventos importantes denominados “Jaravak”, tales como casamientos.
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Durante la historia, la religión ha sido utilizada como herramienta de opresión y asimilación, y ha exterminado efectivamente a incontables culturas y grupos aborígenes.
Estamos en el año 2009 de la Era Cristiana, y se siguen cometiendo los mismos crímenes.
La Soberbia Misionera queda refutada con algo que dijo un aborigen Akha de Tailandia:
“Si no hubiera enseñanzas útiles entre los Akhas, no podríamos haber sobrevivido hasta este día”
Infórmese:
http://www.akha.org/
http://www.nativeplanet.org
http://www.mexika.org
http://www.indigenouscultures.org/
2 comentarios:
ignoraba que estos abusos continuaban en el siglo XXI ... ¡que horror!
Así es, y lo más triste es que los que financian a estos misioneros son generalmente las personas comunes a traves de donaciones a acciones como Caritas.
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